Después de casarnos con mi marido, intentamos con todas nuestras fuerzas tener hijos, pero a mí me preocupaba no poder tenerlos. Aunque no estaba satisfecha con la vida nocturna ligera de mi marido, yo vivía con mi suegro, un profesor universitario. Un día, mientras estaba consolando mi cuerpo insatisfecho espiando, accidentalmente dormí desnudo y mi suegro me vio. Mi frustración se hizo patente, mi suegro me atacó en secreto mientras mi marido dormía.